EL FRIO Y LA LLUVIA ENEMIGOS EN JAPÓN
El Gran Premio de Japón suele tener un invitado constante en cada edición.
Como ese vecino gorrón que se apunta a cada fiesta familiar, la meteorología suele protagonizar, al menos, un par de líneas de las jornadas previas a la carrera. Las previsiones cambian prácticamente en tiempo real, pero hasta que no se ondee la bandera a cuadros del domingo, nadie quedará tranquilo.
Llueva o no llueva en el resto del fin de semana, lo que está claro es que las temperaturas serán mucho más bajas de lo que todos los ingenieros y los corredores desearían. No es un factor baladí: el calor o el frío afectan, y mucho, al rendimiento de los neumáticos, máxime cuando este es uno de los grandes hándicaps de Pirelli. El suministrador de neumáticos, criticado haga lo que haga, ha intentado conjugar las peticiones de la FIA y la FOM (que exigen más espectáculo) con las de los equipos (que exigen más estabilidad y mayor durabilidad). Para que los neumáticos funcionen de manera correcta tienen que estar a una temperatura muy específica y su rango óptimo de rendimiento no suele ser fácil para conseguir.
Es por ello que en los entrenamientos libres del viernes tomaron especial protagonismo las tandas largas: todos los pilotos necesitaban sacar datos de hasta dónde funcionaban los neumáticos blandos (teóricamente los más rápidos en carrera, siempre que no llueva) y estiraron al límite. Para añadir más dificultades, algunos corredores como Fernando Alonso vieron cómo su sesión se veía acortada, precisamente, por un problema con los neumáticos. El español tuvo un ligero accidente en la primera tanda de viernes cuando perdió la trasera de su monoplaza, y sólo pudo dar tres vueltas completas en esa sesión. Por eso, dedicó la segunda tanda de libres a entender los compuestos medio, duro y blando, que son los que se podrán usar este fin de semana en Suzuka